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'La Ciudad de las Estrellas (La La Land)', es la película del año. La película de la que todo el mundo habla, la que se está llevando todos los premios, vamos, un acontecimiento de masas. Como suele sucederme con este tipo de películas que te encuentras hasta en la sopa, me entra una terrible pereza y termino viéndolas más tarde que el resto de gente, a veces incluso nunca encuentro el momento para verlas. En este caso, había disfrutado tanto con 'Whiplash', la anterior película del joven director Damien Chazelle cuando todavía nadie lo conocía, en su pase de la Seminci en 2014, que al final me he decidido a verla.

Hasta la fecha había tenido que leer innumerables mensajes por redes sociales, críticas y comentarios que resaltaban el entusiasmo con el que la gente había salido del cine, que si era la vuelta al musical clásico, que si destilaba un romanticimo mágico, bla, bla, bla. Mi sorpresa fue mayúscula cuando salí del cine con la certeza de haber visto una gran película, sí, pero también una de las más tristes de los últimos años. Mi sensación al verla fue muy distinta a la de muchos espectadores, no tan sólo por el desenlace, la película me parece triste de principio a fin.

Así que no pude resistirme a hacer ese mismo comentario en mis redes sociales y allí se entabló un pequeño debate con algunos amigos que me llevó a reflexionar en profundidad sobre el cine de Damien Chazelle y obtener algunas claves constantes sobre sus temas recurrentes.

'La La Land' (2016) ha lanzado a Chazelle al estrellato y es, tan sólo, su tercera película como director. Antes realizó la antes citada 'Whiplash' (2014) que se basaba en un corto de igual título que había realizado el año anterior y, en sus inicios, también dirigió una película inédita en España y que muchos no conocen aún titulada 'Guy and Madeline on a Park Bench' (2009), con bastantes cosas en común con 'La La Land', aunque con un enfoque muy distinto.

Pero Chazelle, además de director, es también el guionista de sus películas y ha colaborado en la escritura de la de otros proyectos como son 'Grand Piano' (Eugenio Mira, 2013), 'El Último Exorcismo 2' (Ed Gass-Donnelly, 2013), basada en una idea propia y co-escrita con el director, y 'Calle Cloverfield 10' (Dan Trachtenberg, 2016), escrita junto a Josh Campbell y Matthew Stuecken. En apariencia superficial puede parecer que las películas mencionadas no tienen nada que ver, pero vamos a analizarlas más en profundidad.

'La La Land' nos cuenta la historia de Mia, una joven camarera y aspirante a actriz, y Sebastian, un pianista de jazz que se gana la vida tocando villancicos en fiestas, se encontrarán y se enamorarán, pero su ambición profesional acaba destruyendo su relación. En un diálogo de la película, cuando él triunfa en un grupo de música, le dice a ella:

-Quizás te gustaba más cuando era un fracaso, porque te sentías mejor contigo misma.

El tema del éxito vs. fracaso y el de la fama vs. anonimato, son el eje sobre el que gira todo el cine de Chazelle. En el momento de la ruptura definitiva, tienen esta otra conversación:

-¿Dónde estamos nosotros? (...) ¿Qué hacemos?
- No podemos hacer nada, porque cuando te den el papel, tendrás que entregarte totalmente. Por completo. Es tu sueño.


Los personajes anteponen sus ambiciones profesionales a su relación personal, no hay otra opción. Pasa exactamente lo mismo en 'Whiplash', donde este asunto se expresa con mayor rotundidad aún. Recordemos que la película trata de un joven baterista de jazz que quiere ingresar en la mejor Orquesta de Jazz de la Costa Este. Mientras está en el Conservatorio, se enamora de una joven que vende palomitas en una sala de cine. Pero, también acaba rompiendo con ella por el mismo motivo. Esta es su conversación:

-Y por eso creo que no deberíamos seguir juntos. (...) Voy a perseguir mis sueños. Y por hacer eso voy a necesitar más y más tiempo. Y no voy a tener tiempo para estar contigo. Y cuando esté contigo, estaré pensando en tocar la batería. (...) Entonces vas a enojarte conmigo y decirme que deje un poco de lado la música y que pase más tiempo contigo. (...) Y no voy a poder hacer eso. (...) Y comenzaremos a odiarnos el uno al otro. (...) Porque quiero ser uno de los grandes.
-¿Y yo no te permito que lo seas?
-Sí.
(...)
-Casi no te veo y cuando nos veamos me tratarás como a una mierda, sólo porque soy una chica que no sabe lo que quiere y tú tienes una carrera y serás genial y yo seré olvidada. (...)
-Ese es exactamente el punto.


Muy romántico no parece que sea. Además, aquí se introduce con mayor énfasis el tema del reconocimiento social, la imperiosa necesidad de la fama como meta de cualquier realización artística, más allá del disfrutar con lo que haces, los personajes de Chazelle se convierten en obsesos del reconocimiento público de los otros, a los que consideran unos mediocres o perdedores, como una novia sin ambición profesional, un padre que fracasó en su intento de ser escritor ('Whiplash') o un pueblerino que nunca se atrevió a arriesgarse a explorar mundo ('Calle Cloverfield 10').

Esas dos no son las únicas rupturas sentimentales en el cine de Chazelle, su primera película 'Guy and Madeline on a Park Bench' se inicia con la ruptura de la pareja, él trompetista de jazz y ella buscando empleo (encuentra uno en un restaurante de comida rápida), aunque en esta ocasión parece ofrecerles una segunda oportunidad (que comentaremos luego), y en su guión de 'Calle Cloverfield 10' también comienza con la protagonista abandonando a su novio tras una discusión.



Pero volvamos al tema de la fama y la necesidad de reconocimiento público. Es algo que ansían todos los personajes de Chazelle como el que interpreta John Goodman en 'Calle Cloverfield 10', donde se banagloria de ser el único habitante de la Tierra que sabía lo que iba a suceder y por eso ha construido el refugio donde es quien manda. En 'La La Land', hay una doble escena que lo explica a la perfección. Al principio del film, cuando Mia trabaja en la cafetería, entra una actriz famosa a pedir un café para llevar y ella la mira con admiración casi adolescente. Al final, cuando ella ya es famosa, repite exactamente los mismos movimientos de esa actriz, ha conseguido su sueño: ES FAMOSA, como la Ingrid Bergman que decora su habitación ella ahora decorará las paredes de otras aspirantes a actriz y poco sabremos de las películas que interpretará, tal vez, ya ni le importe y se haya convertido en otro producto más del establishment como cuando Sebastian firma el contrato para tocar el teclado en un grupo de música comercial.




El mismo sentimiento de felicidad alcanza el protagonista de 'Whiplash' en el solo de batería de la secuencia final y, con mucha más mala leche, la joven poseída por el Diablo en el final de 'El Último Exorcismo 2', ambos se liberan de su mediocridad y alcanzan el súmmum, aunque sea pasando por encima de los demás o alejándose de su familia, amigos y novios/as. En 'Grand Piano' también se alcanza la gloria, pero de una manera más forzada por las circunstancias. Recordemos que 'Grand Piano' trata de un pianista concertista, casado con una famosa actriz (los temas se repiten), que vuelve a los escenarios después de estar retirado por pánico escénico y que sufrirá el acoso de un psicópata que le obligará a interpretar una pieza que nadie ha podido tocar antes, si quiere salvar su vida y la de su mujer. Para más inri, el estar casado con "la mujer perfecta", una estrella del cine, le crea una presión psicológica extra para estar a su altura. En una entrevista en la radio se lo dejan claro al personaje interpretado por Elijah Wood.

-¿Estás nervioso de asfixiarte de nuevo?
-¿Asfixiarme?
-¿Ves esto como tu última oportunidad de gloriosa redención, tu jugada final?

El sufrimiento conduce al éxito, ya sea emocional o físico, como el del baterista de 'Whiplash' que toca hasta que le sangran las manos, la joven cautiva de 'Calle Cloverfield 10' o la joven poseída por el Diablo de 'El Último Exorcismo 2'.


Más allá de la obsesión por la fama de Chazelle como culminación del éxito o realización personal, encontramos también elementos puramente cinematográficos que suponen una seña de identidad en su cine. Una de las secuencias más recordadas en 'La La Land', por su pericia técnica, es aquella en que Sebastian interpreta una canción de Jazz mientras Mia lo observa y se pone a bailar. La secuencia está rodada a base de rápidos barridos de cámara que nos muestran ambas acciones sin corte de plano, incluso un vídeo del making off de esa secuencia ha corrido como la pólvora por las redes sociales.


Pues no es la primera vez que Chazelle hace algo parecido, esa misma secuencia ya existía en su primera película 'Guy and Madeline on a Park Bench'. En mitad de una fiesta se celebra una jam session de jazz y Chazelle mueve la cámara a base de barridos entre los solos de trompeta del protagonista y un bailarín de claqué. Con el tiempo se ha depurado la técnica y tiene herramientas para dar mayor estabilidad de imagen, pero la sensación es la misma, incluso resulta más fresca y vibrante la de su primera película.

Otra característica de su cine son los primerísimos primeros planos y el manejo que realiza de ellos para captar las emociones de sus personajes. En casi todas sus películas hay un acercamiento emocional de los protagonistas a través del roce de sus manos. Hay una secuencia espléndida en 'Guy and Madeline on a Park Bench' sobre este asunto. Sucede en el interior de un metro, el protagonista conoce a una chica que viaja en el vagón, no hay palabras, tan sólo la seducción del momento donde los personajes se van acercando hasta convertirlo en un apareamiento casi sexual.



Es la película donde muestra ese acercamiento de forma más evidente, pero vuelve repetir ese roce de manos en el resto de películas. En 'La La Land' lo hace en la escena del cine, aunque luego comentaremos como acaba.


En 'Calle Cloverfield 10' lo utiliza con una doble intención, por un lado el acercamiento entre los dos personajes cautivos, por otro lado, provocar la reacción de enojo en su captor.


Y en 'El Último Exorcismo 2' el juego es aún más bestia, ese contacto supone abrazar emocionalmente todo lo que hasta entonces había rechazado y escoger el mal como tabla de superviviencia.



Me direís que tanto roce es porque Chazelle es un romántico, pero sigo pensando que juega con las expectativas de la gente. Como recordareis, en 'La La Land', esa escena tan romántica termina cuando Emma Stone y Ryan Gosling se van a besar, pero entonces se quema la película que se está proyectando y se encienden las luces de la sala de cine, interrumpiendo el beso. Chazelle parece querer adelantarnos lo imposible de esa relación, separar la ficción de la realidad.

No es gratuito ese momento. El contar su historia en formato de musical, le permite jugar con la fantasía y contraponerla con la realidad. Lo hace en diversos momentos de la narración, a través de las canciones que interpreta Mia, donde se nos habla de sus ilusiones y sueños con mucha alegría.

Algo que también hacía con la protagonista de 'Guy and Madeline on a Park Bench'.

Y convierte los números musicales de 'La La Land' en la excusa perfecta para homenajear al cine clásico, especialmente el musical, y así atrapar a los espectadores nostálgicos y a los románticos, pero en realidad, utiliza la fantasía incluso haciendo volar (literalmente) a sus actores, para plasmar en imágenes los sueños de sus personajes, sueños que no se van a cumplir, pese a las apariencias. Eso queda expresado a la perfección en el largo interludio musical que inserta justo antes del desenlace del film y donde nos muestra desde esa fantasía, un resumen de la vida de Sebastian y Mia juntos, desde que se conocen, se enamoran, se apoyan en sus respectivas carreras, hasta compartir un futuro juntos (algo que no sucede) y así contentar a parte de la audiencia ante el final que se avecina, IDEALIZANDO su relación como un amor maravilloso por el que ninguno de los dos tiene intención de luchar, prefieren ELEGIR su proyección personal e individual en busca de su SUEÑO, que compartirlo con el otro.



¿Por qué no podía haber sido su vida como en ese falso flashback? Porque los personajes de Chazelle, suelen ser EGOÍSTAS. Sebastian en 'La La Land' deja plantada a Mia en el estreno de su monólogo de teatro, el día más importante de su vida. Mia está a punto de plantar a Sebastian en el cine, aunque rectifica en el último momento, sin embargo, le reprocha que se vaya de gira cuando está tocando en un grupo de éxito y cuando es ella la que alcanza la fama ni se le ocurre llamar para ver como le va, reencontrándose años más tarde por casualidad. También son egoístas los personajes de las otras películas de Chazelle. En 'Whiplash' ya hemos visto que el protagonista es un arribista que arremete contra todos para alcanzar su gloria. En 'El Último Exorcismo 2' la protagonista escoge el mal para disfrutar de la vida. Y en 'Guy and Madeline on a Park Bench' el trompetista necesita ser el centro de atención. En una escena se pone a ensayar cuando su novia aún duerme, después de despertarla le obliga a escuchar su última composición y como ella no quiere acaba rompiendo con ella. Al final, vuelve a repetir lo mismo con su ex-novia y le obliga a escuchar su composición, a pesar de que la chica está a punto de perder un vuelo y como ella sí le hace caso, parece querer volver con ella.

Eso nos lleva al final. TODAS las películas de Chazelle terminan con una mirada. Una mirada sin palabras que reta al espectador a que rellene ese espacio para visualizar lo que va a ocurrir a continuación. En 'La La Land', eso ha provocado que la mirada final muchos la vean como un acto de amor, como un momento de reconocimiento mutuo por el cumplimiento de sus respectivos sueños. ¿Pero es así? Yo creo que no.

En 'Guy and Madeline on a Park Bench' la película termina igual, con la mirada de los dos protagonistas y una sonrisa, después de su periplo individual tras la ruptura, dejando entrever una posible reconciliación. ¿Pero hasta cuándo? ¿Hasta que la chica se canse de escuchar al trompetista cuando a él le apetezca tocar, sin tenerla en cuenta para nada? Es un momento plásticamente bello, pero falsamente romántico, un engaño que simula un 'happy end'.


'Whiplash' también termina con una mirada, pero el amor-odio no es de una pareja, sino del alumno con su profesor, al que acaba de desafiar delante de una multitud, pero que recibe su aprobación, se ha convertido en el mismo hijo de puta que es él. Es un final épico muy ambiguo. El chico ha alcanzado la notoriedad que buscaba durante toda la película, pero después se funde a negro y Chazelle nos omite los aplausos de la audiencia.


En las películas que Chazelle ha guionizado, curiosamente también se terminan con una mirada, pero de un personaje en solitario (en complicidad con el espectador). En 'Calle Cloverfield 10' es una mirada de fuerza, de haber encontrado el camino. Aquella chica insegura que ni siquiera pudo intervenir cuando vió a un padre maltratar a su hija, descubre que puede convertirse en una heroína en el nuevo mundo, va a dejar de huir de sí misma para enfrentarse a sus miedos.

Es algo parecido a lo que sucede en 'El Último Exorcismo 2', donde la mirada de la protagonista (también desde el interior de un coche) es hacia sí misma, hacia su nuevo yo, ha dejado de ser la chica pusilánime que huye de sus demonios para convertirse en el demonio de los demás.

Y en 'Grand Piano', es una mirada donde el protagonista se aleja de su mujer, en busca del tesoro oculto y que se convertirá en el premio que hará que deje de sentirse inferior a ella. Se lo ha ganado, ha conseguido vencer sus miedos y tocar la pieza imposible. Y lo ha hecho él solito.

 

¿Y cómo termina 'La La Land'? Pues con una intensa mirada entre Emma Stone y Ryan Gosling, a la que sigue una breve sonrisa. Parece una mirada de reconocimiento mutuo, de un amor eterno separado por las circunstancias, otro falso 'happy end'. ¿Pero qué circunstancias? Ellos son los únicos culpables de no seguir juntos.


Aparentemente, ambos han conseguido alcanzar sus sueños. Él ha abierto el club de jazz que quería, ella se gana la vida como actriz. Pero, ¿eran esos realmente sus sueños? ¿O eran sólo sus ambiciones para no sentirse unos fracasados? Poco sabemos de la carrera de actriz de ella, tan sólo que es muy conocida, pero ¿dónde ha quedado su ilusión por escribir sus propias obras de teatro como hacía desde pequeña?

¿Se ha convertido en sólo un sueño imposible, como vemos entre brumas en la secuencia musical del falso flashback? ¿Y él tiene el local que quería? Tal vez, pero lo ha llamado 'Seb's' que es el nombre que eligió ella y no 'Brocheta de Pollo' en homenaje a Charlie Parker como quería él, y a saber que otras concesiones habrá hecho en un entorno donde se nos muestra como cierran salas de cine y salas de jazz puro, ¿acabará vendiendo tapas y tocando samba?. Cuando se pone a tocar el piano después de verla no puede elegir una canción más triste, una melodía que solo ellos conocen. No parece que ninguno de los dos sea feliz con el cumplimiento de sus sueños. ¿De verdad no pueden estar juntos? ¿Qué se lo impide? Priorizan su carrera por encima de su relación, aunque les duela. Sí, ella ahora tiene pareja e hija, pero más como una convención social que como un amor verdadero, un falso impedimente para justificar que sigan separados. Ni siquiera le ha hablado a su marido de lo importante que fue Sebastian en su vida o para convertirse en actriz, él no sospecha en ningún momento y si le hubiera hablado alguna vez de un pianista de jazz... Si no tiene esa confianza con su marido es porque es una relación de conveniencia, alguien que no le estorba en su carrera profesional. Sebastian y Mia mantienen su relación oculta porque, en el fondo, deben engañar a los demás y engañarse a sí mismos, igual que Sebastian se engañaba cuando tocaba el teclado en 'The Messengers' (la secuencia del concierto es donde le vemos sonréir más que en toda la película y todos sabemos, sin embargo, que no está haciendo lo que le gustaría hacer). Los dos saben que viven unas vidas de fantasía donde ellos ahora son las estrellas, pero también saben que ya nunca volverán a volar por el universo como cuando estaban juntos siendo un músico y una actriz del montón, pero Chazelle parece querer decirnos 'the fame is bigger than love'.

Escrito por Daniel Farriol